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Por un cambio de paradigma

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Por Leonardo Grosso / ECONOMÍA CIRCULAR, LA CLAVE PARA LA REDUCCIÓN DE RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS / La contaminación por plástico es una de las más relevantes amenazas para la sociedad actual y la pregunta acerca de qué hacer de cara a esta realidad, una prioridad. ¿Cómo afrontar ese pasivo ambiental generado por el desarrollo exponencial de contenedores y accesorios fabricados para uso único que ninguna política de recupero, reciclado y reutilización supo absorber en su totalidad? ¿Cuáles son las medidas acertadas para evitar que esos severos agentes contaminantes que son los utensilios plásticos inmediatamente descartados continúen afectando todo tipo de ecosistemas y la vida humana de manera directa? En la reducción gradual, por la...
ECONOMÍA CIRCULAR, LA CLAVE PARA LA REDUCCIÓN DE RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS / La contaminación por plástico es una de las más relevantes amenazas para la sociedad actual y la pregunta acerca de qué hacer de cara a esta realidad, una prioridad. ¿Cómo afrontar ese pasivo ambiental generado por el desarrollo exponencial de contenedores y accesorios fabricados para uso único que ninguna política de recupero, reciclado y reutilización supo absorber en su totalidad? ¿Cuáles son las medidas acertadas para evitar que esos severos agentes contaminantes que son los utensilios plásticos inmediatamente descartados continúen afectando todo tipo de ecosistemas y la vida humana de manera directa? En la reducción gradual, por la vía del fomento del reúso y la sustitución por materiales biodegradables está la respuesta.

Por Leonardo Grosso
Diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

Fotos: Sebastián Miquel

Los que trabajamos desde la militancia y dentro de las instituciones del Estado en cuestiones relacionadas con la preservación de nuestro ambiente tenemos un orientador que no son solo las convicciones, sino también nuestra ley máxima, y que nos sitúa aún más en la necesidad de ser responsables y consecuentes con nuestro deber de ciudadanos y de dirigentes políticos.

El artículo 41 de la Constitución Nacional establece: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales”.

La carta magna nos guía por encima de cualquier otro interés porque tenemos un solo planeta, y cuidarlo es cuidar nuestra casa y también nuestra salud. En ese sentido, la contaminación por plástico representa uno de los mayores peligros que enfrentan nuestra sociedad y nuestro planeta en la actualidad.

La capacidad del plástico para adaptarse a distintas formas y resistir cambios de temperatura lo volvió una opción económica y funcionalmente viable para fabricar todo tipo de contenedores y accesorios. Entre ellos, los que por su ligereza sirven para uso único. Esta fracción experimentó un desarrollo exponencial en las últimas décadas, generando un pasivo ambiental que ninguna política de recupero, reciclado y reutilización ha sabido absorber en su totalidad.

Cada argentino genera en promedio más de un kilogramo de desechos por día, según el Observatorio Nacional para la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos, y muchos de estos son utensilios plásticos que se utilizaron por única vez y luego fueron descartados, convirtiéndose en graves agentes contaminantes que afectan todo tipo de ecosistemas y a la propia vida humana de manera directa.

Dado que los materiales plásticos derivados del petróleo no se pueden biodegradar, persisten en la naturaleza y se van fraccionando en partes cada vez más chicas, incluso tornándose invisibles al ojo humano y conformando microplástico. Cuantiosos estudios recientes encontraron este material en una gran variedad de alimentos y bebidas, y se estima que cada persona ingiere por semana un promedio de cinco gramos de plástico, lo cual equivale aproximadamente a un vaso desechable.

Con esta problemática tomando cada vez más fuerza, y ante una degradación del ambiente que se acelera, tenemos que asumir el compromiso de reducir el uso de determinados productos plásticos que se utilizan por muy poco tiempo y rápidamente se convierten en residuos. Fomentar el reúso y la sustitución por materiales biodegradables.



Una de las soluciones que buscamos en la Argentina, y que se está aplicando en el mundo, es la reducción gradual y la economía circular. Es importante entender que la reducción por etapas claras empuja al sistema productivo hacia un paradigma de economía circular.

Para alcanzar ese objetivo es necesaria una legislación que regule la producción y el tratamiento del plástico. Esta ley debe contener iniciativas fundamentales:

- Un registro nacional de trabajadores recicladores.

- Integrarlos como sujetos al GIRSU: capacitarlos, darles condiciones dignas de trabajo, establecer incentivos, fomentar su organización (por ejemplo, a través de cooperativas).

- Crear una tasa ambiental sobre los envases para garantizar una protección mínima ambiental, que debe correr por cuenta de los productores por cada envase puesto en el mercado.

- El valor de la tasa tiene que estar expresado en pesos por kilogramo de material en los envases. La tasa frena el impacto negativo sobre el ambiente y redirecciona recursos para la gestión de envases.

- Crear como fideicomiso el fondo para la gestión de envases y reciclado inclusivo (FGE) dentro del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible: financiado con la tasa, colabora con los municipios una vez que presenten los planes de gestión de residuos (es decir, se dirigen fondos a los sistemas públicos de gestión integral de las autoridades municipales).

- Un porcentaje del fondo (se estipula 30%) debe ir al programa de fortalecimiento de las y los trabajadores recicladores.

Estos cambios paradigmáticos son los que estamos tratando de llevar adelante en el Congreso, con instituciones intermedias, organizaciones sociales, cooperativas de recicladores y todos los actores necesarios para alcanzar los acuerdos y solucionar realmente la problemática.

Nuestro Gobierno considera prioritaria la cuestión ambiental. La ratificación del Acuerdo de Escazú, la Ley para la Implementación de la Educación Ambiental Integral, la modificación de la Ley de Manejo del Fuego, son algunas de las acciones que llevamos adelante, aun teniendo a la pandemia como fuerte condicionante. Sin embargo, entendemos que el momento es ahora, que ya estamos llegando tarde, porque nuestro planeta sufre por la mala acción humana. Es momento de cambiar el paradigma en el uso de plásticos, y en esa tarea necesitamos de todas y todos.





 

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Maiz es una publicación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. ISSN 2314-1131.


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