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Detrás del boom del litio

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Por Martina Gamba / CONTROVERSIAS EN TORNO A UN METAL CON BRILLO PROPIO / Es un mineral moderadamente abundante en el planeta. Más de la mitad de sus reservas se concentran en los Andes, en particular, en el Altiplano-Puna. Si bien su uso más antiguo se registra en el campo de la salud y hoy también se utiliza desde en sistemas de refrigeración hasta en reactores de fusión nuclear, la marcada notoriedad que adquirió en las últimas décadas se debe a su rol en las baterías de mayor eficiencia y densidad energética que se han desarrollado hasta la fecha. No obstante, su boom se relaciona con otra cosa: el empleo en vehículos híbridos o eléctricos en un contexto...
CONTROVERSIAS EN TORNO A UN METAL CON BRILLO PROPIO / Es un mineral moderadamente abundante en el planeta. Más de la mitad de sus reservas se concentran en los Andes, en particular, en el Altiplano-Puna. Si bien su uso más antiguo se registra en el campo de la salud y hoy también se utiliza desde en sistemas de refrigeración hasta en reactores de fusión nuclear, la marcada notoriedad que adquirió en las últimas décadas se debe a su rol en las baterías de mayor eficiencia y densidad energética que se han desarrollado hasta la fecha. No obstante, su boom se relaciona con otra cosa: el empleo en vehículos híbridos o eléctricos en un contexto de fuerte protagonismo de la movilidad sustentable. Un recorrido por las disputas y contradicciones que implica la presencia del litio en nuestros territorios y que se esconden bajo el halo de futuro verde que lo rodea.

Por Martina Gamba
Doctora en Ciencias Exactas por la Universidad Nacional de La Plata. Investigadora del CONICET en el Centro de Tecnología de Recursos Minerales y Cerámica (CETMIC, CONICET-UNLP-CIC) y en el Grupo de Estudios en Geopolítica y Bienes Comunes (UBA). Docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata.

Fotos: Sebastián Miquel

El litio es un mineral moderadamente abundante en nuestro planeta. Los primeros núcleos del elemento se originaron en el universo hace 13.800 millones de años. En la corteza terrestre, se presenta naturalmente en la estructura de rocas y arcillas. También se encuentra disuelto en el agua del mar, en salmueras y en nuestra propia sangre.

Según datos de 2018 del Servicio Geológico de Estados Unidos, el 67 % de las reservas probadas de litio se concentra en los Andes,[1] particularmente en el Altiplano-Puna, una región endorreica que quedó confinada a 4.000 metros de altura tras el levantamiento de la cordillera hace 65 millones de años. El agua, escasa, generalmente de origen volcánico y con gran concentración de sales, confluye hacia la zona central. Debido a las altas tasas de evaporación, las sales se van depositando, formando las planicies blancas espejadas llamadas salares, en cuyo interior se mantiene líquida la salmuera rica en minerales.

El uso más antiguo del litio en las sociedades occidentales se registra en el campo de la salud. Los griegos utilizaban aguas minerales para tratar enfermedades mentales. En 1817, un químico sueco descubrió el elemento mientras estudiaba el mineral petalita,[2] y más de un siglo después, un médico australiano descubrió que las sales de litio, presentes en las aguas minerales, eran una medicación eficaz en el tratamiento del desorden bipolar o maníaco depresivo.[3] Desde entonces se ha usado a nivel mundial para tratar este tipo de afecciones.

También se utiliza litio en sistemas de refrigeración, en vidrios especiales, en la industria cerámica, en grasas lubricantes, en aleaciones livianas, en reactores de fusión nuclear. Sin embargo, el “brillo propio” que adquirió este metal en las últimas décadas se debe a su rol en las baterías de mayor eficiencia y densidad energética que se han desarrollado hasta la fecha. Las baterías recargables de ion-litio, introducidas en el mercado en 1991 por SONY®,[4] hacen posible la masificación de los dispositivos eléctricos móviles (notebooks, tablets, cámaras fotográficas, teléfonos celulares, drones, etcétera).

En 2018, la producción mundial de litio se distribuyó entre Australia (61 %), Chile (19 %), Argentina y China (ambos con un 7 %).[5] El litio se va de aquí en forma de sal y vuelve en forma de baterías. De hecho, los principales países del sudeste asiático explican por sí mismos dos tercios de la materia prima demandada por el mercado y más del 50 % de la exportación mundial de celdas y baterías basadas en litio.[6]

Pero “el boom del litio” tampoco se relaciona con su uso en la telefonía. Se debe, en cambio, a su empleo en los vehículos híbridos o eléctricos. La “movilidad sustentable” se hace imperante debido al agotamiento de los combustibles fósiles, por un lado, y al Acuerdo de París de 2015, por otro. Son 189 los países que se han comprometido a disminuir las emisiones de efecto invernadero en pos de limitar el aumento de la temperatura del planeta en este siglo.[7] Pero este halo de futuro verde que rodea al metal esconde las disputas y contradicciones que implica su presencia en nuestros territorios.

El primero que vislumbró el potencial del litio en la Puna fue el argentino Luciano Catalano (1890-1970). De profesión, químico, Catalano se abocó a explorar y sistematizar la geología de la altiplanicie andina en la década de 1920. En 1964, advertía sobre la importancia de reservar al Estado la capacidad de explotar y resguardar el litio en vistas de sus futuras aplicaciones en el campo de la energía.[8] Contrariamente a sus propuestas, su explotación comenzó en nuestro país treinta años después, en Catamarca, de manos de una empresa norteamericana (FMC Corporation, hoy Livent).

Esta actividad está regida por el mismo cuerpo normativo que regula toda la actividad minera.[9] La Constitución Nacional cede a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio. En este contexto, el Estado nacional queda circunscripto al Consejo Federal de Minería (COFEMIN), organismo integrado por este y las provincias, que procura el diseño, la ejecución y el seguimiento de la política minera nacional.[10] El Código de Minería diferencia la propiedad superficiaria de la del subsuelo, fomentando que particulares privados emprendan la mayor cantidad de cateos y prospecciones posibles, a fin de denunciar los yacimientos más ricos y hacerse de las pertenencias para luego venderlas a alguna empresa global con capacidad de llevar adelante la explotación. Se establece así una dinámica de especulación financiera similar a la que ocurre en el mercado inmobiliario.[11] Por último, la Ley de Inversiones Mineras otorga a las empresas estabilidad fiscal por treinta años, facilidades arancelarias, desgravación impositiva, y limita las regalías provinciales a un 3 %.


En 2014, Sales de Jujuy comenzó a operar en la provincia homónima, en el Salar de Olaroz. La empresa Orocobre había aterrizado en 2010, en un contexto global de consolidación de las tecnologías basadas en litio, liderado por China, y un contexto nacional de reciente interés por el litio de parte de los poderes Ejecutivo y Legislativo nacionales, impulsado por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.[12]

Entre 2010 y 2014 hubo múltiples proyectos de ley relacionados con el recurso, entre ellos, varios para declararlo recurso natural estratégico. Ninguno prosperó. Solo la provincia de Jujuy crearía una empresa provincial estatal (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado, JEMSE) para participar en el negocio. Así, Sales de Jujuy quedó conformada por la firma australiana Orocobre (66,5 % de las acciones), la automotriz japonesa Toyota Tsusho (25 %) y JEMSE (8,5 %).

En el campo de la ciencia y la tecnología, entre 2011 y 2015 se gestaron diferentes iniciativas de vinculación entre científicos del ámbito público y empresas del rubro de la electrónica y la computación. El saldo fue positivo en el ámbito académico y de consolidación de los grupos de investigación. De hecho, desde 2012, el litio es un “tema estratégico” para CONICET,[13] lo cual redundó en un aumento de infraestructura, recursos humanos, equipamiento, y por tanto, producción científica en nuestro país en la temática. Desde 2014, YTEC (YPF-CONICET) trabaja en coordinación con grupos de La Plata y Córdoba y, desde 2018, escala a nivel piloto los materiales desarrollados en dichos laboratorios. En 2021 anunciaron la intención de poner en funcionamiento una planta de fabricación de celdas y baterías de litio para atender demandas estratégicas del Estado y el sector productivo. Hoy son más de trescientos los profesionales que están investigando en organismos públicos (universidades nacionales, CONICET, INTI, CNEA, INVAP, YTEC), en múltiples disciplinas y áreas temáticas, desde la física hasta la geopolítica,[14] con reconocimiento académico a nivel internacional y sin dudas siendo uno de los focos de producción científica más importantes de América Latina.

El Gobierno de la alianza PRO-Cambiemos, a partir de 2015, profundizó la actividad extractiva. Una de las primeras medidas del entonces presidente Mauricio Macri, en marzo de 2016, fue la eliminación de las retenciones a las exportaciones mineras, lo cual redundó en el arribo de múltiples y variados capitales a los territorios litíferos. Se observa que a los grandes actores globales asociados a la minería se les suman cada vez más empresas automotrices y petroleras que buscan reorientar su producción hacia la nueva “industria verde”. El número de proyectos aumentó de veinte en 2016 a cincuenta en 2019. Además, a partir de 2018, la frontera extractiva se expandió hacia las provincias de San Luis y Córdoba para obtener litio, ya no a partir de salmueras, sino de rocas pegmatitas.[15]

La respuesta ante este escenario de creciente avidez por el recurso fue, por parte de las comunidades y movimientos ambientalistas en los diferentes territorios, una mayor articulación en las luchas y resistencias. En febrero de 2019, el Gobierno de la provincia de Jujuy retomó la exploración en Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc. La Mesa de las 33 comunidades de la cuenca, que había logrado que no avanzasen los proyectos desde 2011 a través de una estrategia de acción colectiva en el plano judicial e institucional,[16] reactivó la movilización en defensa de sus territorios. Mediante cortes en las rutas 59 y 72, las comunidades ya no exigían la realización de la Consulta Libre, Previa e Informada como en el período de lucha anterior, sino que reclamaban que se reconocieran la cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc como “Patrimonio natural, cultural y ancestral de los pueblos originarios” y “zona libre de megaminería”. Por su parte, en Catamarca, San Luis y Córdoba, organizaciones ambientales de larga data incorporaban en sus agendas la lucha contra la minería de litio. Se empezaron a articular, de esta manera, el derecho territorial-indígena que históricamente venían sosteniendo las comunidades de Jujuy y Salta con demandas ambientales a nivel nacional.[17]

De acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, en su informe de octubre de 2021, hay diecinueve proyectos avanzados en suelo argentino.[18] A estos se les suman más de cuarenta en etapas tempranas de exploración, lo cual redunda en que toda la superficie que comprenden los salares del NOA esté pedimentada.

Las expectativas sobre el crecimiento de la extracción de litio en nuestro país en el marco jurídico vigente generan cierta preocupación, no solo para los actores que habitan y resisten en los territorios, sino también en el sector de la ciencia y la tecnología.

En el marco regulatorio actual, sumado a la baja captación de renta por parte del Estado, las empresas no tienen ninguna obligación de agregar valor a su producción a nivel local,[19] imposibilitando el escalado de procesos que han sido desarrollados y probados a escala laboratorio y piloto.[20] En ese sentido, toda la comunidad científica debe comprar litio a precio de mercado y hasta la propia YPF lo importa para el desarrollo de las grasas lubricantes que utilizan en sus procesos.

En términos socioambientales, la situación es aún más grave. Ante las nulas exigencias por parte de los Estados provinciales, la técnica que se utiliza para extraer litio de los salares es la más rentable, e implica la evaporación de enormes volúmenes de agua en regiones de extrema aridez. Teniendo en cuenta la capacidad proyectada en el Salar de Cauchari (Minera Exar), para una producción anual de 40.000 toneladas, el consumo sería de 26.124.000.000 de litros de agua salobre por evaporación y 1.124.000.000 de litros de agua dulce durante el procesamiento. Estos volúmenes son más preocupantes en tanto no existen líneas de base, ni estudios integrales sobre la hidrogeología de los salares, ni monitoreos sostenidos en el tiempo, que no sean los elaborados por las consultoras privadas que contratan las mismas empresas para llevar adelante sus informes de impacto ambiental.[21] Cada empresa realiza su propio informe, teniendo en cuenta la porción de cuenca en la que proyecta instalarse, sin considerar que se trata de cuencas cerradas y, por tanto, la presencia de un proyecto en una zona afectaría los recursos hídricos de toda la misma. A su vez, el método de extracción evaporítico genera grandes volúmenes de residuos sólidos, como sales impuras de sodio, magnesio y calcio, polvos finos que se acopian al aire libre y pueden desplazarse con el viento y afectar la flora y la fauna. Según el mismo informe, la Minera Exar, en quince años de operación, generaría un volumen estimado de “sales de descarte” de 72.150.000 metros cúbicos. Aun teniendo el sistema científico argentino la capacidad de realizar estudios integrales, monitoreos constantes, líneas de base, estudios metrológicos, etcétera, las exigencias por parte de las provincias son vagas o inexistentes y las firmas no permiten el desarrollo de estudios en los territorios donde están emplazadas.

Hasta principios de 2020, la comunidad científica no había logrado construir una mirada colectiva y representativa en torno a la política litífera nacional. Esta realidad se transformó decididamente en marzo de 2020, cuando las treinta líneas de investigación en el área del sistema científico nacional confluyeron en el Foro Interuniversitario de Especialistas en Litio de la Argentina, constituido en el marco del Consejo Interuniversitario Nacional e ideado por el rector de la UNJU, Rodolfo Tecchi. Este singular foro tiene como fin formar una red de trabajo permanente, federal y multidisciplinaria. Ya en su primera declaración manifestaba su preocupación por que Argentina se constituya en un exportador neto de materia prima y por la ausencia de una ley que declare el metal recurso estratégico como en Chile o Bolivia, y mencionaba la necesidad de garantizar el respeto de la legislación vigente en materia ambiental y avanzar en una gobernabilidad de la cuestión litífera que incluya a las comunidades andinas de las cuencas de los salares.[22] En su último comunicado (del 27 de mayo de 2021), declaran: “es evidentemente preciso modificar el marco jurídico, político y económico que rige la extracción de litio, así como desarrollar un plan estratégico de agregado de valor, y ambas premisas bajo un talante que priorice la soberanía nacional sobre el recurso y la tecnología”. Y proponen “la creación de una Comisión Nacional del Litio [...] que agrupe a los diferentes actores a los que compromete la situación litífera, y que posea atribuciones claras, orientadas a la articulación de capacidades tecnológicas ya existentes en el Estado, que contribuya a la creación de líneas de trabajo conjunto entre los diferentes actores relacionados con la cuestión del litio y que tenga como objetivo elaborar una política estratégica a largo plazo para con el recurso”.[23]

Este año, ATE y la CTA Autónoma impulsaron la Campaña Volver a Savio, que busca, entre otras cosas, la declaración del litio como recurso estratégico y la participación de Fabricaciones Militares en la extracción y centralmente en la industrialización del litio en territorio de origen, como parte de una estrategia más amplia de reactivación industrial que permita abrir las fábricas cerradas durante el periodo político anterior y actualizar los procesos productivos obsoletos.[24]

A la luz del escenario descrito a lo largo de este texto, de la multiplicidad de actores comprometidos con la defensa del territorio, de la soberanía, de la ciencia y la tecnología, y en un contexto global de crisis climática que nos obliga a avanzar en una transición energética, surgen una serie de interrogantes.

¿Serán nuevamente los países de Latinoamérica la fuente de recursos naturales para que los países industrializados, responsables del cambio climático a nivel global, disminuyan sus emisiones de dióxido de carbono? ¿Seguiremos en un sendero de subordinación a los capitales trasnacionales, que se hacen de nuestros recursos naturales para avanzar en una transición energética corporativa en el norte global mientras aquí los salares de nuestro noroeste se transforman en las nuevas zonas de sacrificio? ¿Vamos a seguir uniendo de forma unidireccional el “desarrollo” con la generación de divisas a costa de la salud de nuestro pueblo? ¿O pensaremos la transición como una oportunidad de construir nuevos escenarios de desarrollo, que permitan contener la multiplicidad de actores del campo nacional y popular mediante un esquema participativo y democrático que nos permita reducir, entre otras cosas, la pobreza energética en nuestros pueblos?

Un nuevo paradigma energético implica, desde nuestra perspectiva, avanzar en el desarrollo y la utilización de la electromovilidad y las energías renovables, pero fundamentalmente democratizar el acceso a la energía, y descentralizar y desconcentrar su generación. Recientemente, el Gobierno argentino presentó un proyecto de Ley de Promoción de la Movilidad Sustentable. La discusión de este último no puede escindirse de la política litífera: debe pensarse en el marco de una estrategia federal que de forma decidida cambie la exportación de materias primas de baja calidad por un aprovechamiento de las múltiples capacidades científicas, tecnológicas y productivas de nuestro país, sin avasallar por ello el derecho de las comunidades que habitan en los territorios hace milenios.

Pensar en el litio es pensar qué queremos para nuestro pueblo.

Notas

[1] López, A., Obaya, M., Pascuini, P., & Ramos, A. (2019). Litio en la Argentina: oportunidades y desafíos para el desarrollo de la cadena de valor (vol. 698). Inter-American Development Bank.
[2] Le dio su nombre debido a que “lithos” en griego significa roca. De esta manera, lo diferenciaba de los otros metales alcalinos que habían sido descubiertos en matrices orgánicas.
[3] Alonso, R. N. (2020). “Historia del litio en la Puna”. En: Revista de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, N° 7.
[4] Desarrollo por el cual les valió el premio Nobel en química a sus creadores en 2019.
[5] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/litio_en_argentina_-_wilson_center_espanol.pdf.
[6] Zícari, J. N., Fornillo, B. M., & Gamba, M. (2019). “El mercado mundial del litio y el eje asiático: Dinámicas comerciales, industriales y tecnológicas”. En: Litio en Sudamérica. Geopolítica, energía, territorios. Grupo de Estudios en Geopolítica y Bienes Comunes. Buenos Aires: CLACSO-IEALC.
[7] un.org/es/climatechange/paris-agreement.
[8] “Siendo el litio uno de los más livianos metales, y a su vez, uno de los frenadores más eficientes en los procesos del gobierno y conducción de los reactores nucleares, adquiere, este elemento químico, una extraordinaria importancia en los nuevos procesos de obtención de energía, esa es la razón y obligación de los organismo técnicos funcionales del Estado [...] en defender esas nuevas fuentes naturales existentes en el subsuelo patrio, evitando que sean extraídas y exportadas a países extranjeros que las adquieren para sus futuras aplicaciones”. Catalano, L. R. (1964). Boro-Berilio-Litio (Una Nueva Fuente Natural de Energía). Ministerio de Economía de la Nación. Secretaría de Industria y Minería. Subsecretaría de Minería, p. 19.
[9] Slipak, A. & Reveco, S. U. (2019). “Historias de la extracción, dinámicas jurídicotributarias y el litio en los modelos de desarrollo de Argentina, Bolivia y Chile”. En: Litio en Sudamérica. Geopolítica, energía, territorios. Grupo de Estudios en Geopolitica y Bienes Comunes. Buenos Aires: CLACSO-IEALC.
[10] https://www.argentina.gob.ar/produccion/mineria/cofemin/quienes-somos.
[11] Argento, M. & Puente, F. (2020). “7 hipótesis sobre las dinámicas territoriales y el litio en Argentina ¿Qué debates esconde la explotación del litio en el noroeste argentino? Perspectivas y proyecciones sobre la dinámica estado-empresas-comunidad”. En: Morales Balcázar, R. (coord.). Salares Andinos. Observatorio Plurinacional de Salares Andinos. Disponible en: https://cl.boell.org/es/2020/12/18/salares-andinos-ecologia-de-saberes-por-la-proteccion-de-nuestros-salares-y-humedales.
[12] Argento, M. & Puente, F. (2019). “Entre el boom del litio y la defensa de la vida: salares, agua, territorios y comunidades en la región atacameña”. En: Litio en Sudamérica. Geopolítica, energía, territorios. Buenos Aires: CLACSO-IEALC.
[13] https://www.argentina.gob.ar/ciencia/argentina-innovadora-2030/plan-argentina-innovadora-2020.
[14] Gamba, M. (2019). “Tabla de investigadores/as y líneas de investigación en torno al litio en Argentina”. En: Litio en Sudamérica. Geopolítica, energía, territorios. Buenos Aires: CLACSO-IEALC.
[15] Aunque novedosa en Argentina, esta técnica explica la principal producción mundial de litio por parte de Australia e implica procesos similares a los de la minería convencional. Argento, M., Puente, F. & Slipak, A. (2021). “Litio, transición energética, economía política y comunidad en América Latina”. Informe para Beca CLACSO (en prensa).
[16] Argento & Puente (2019), op. cit.
[17] Argento, Puente & Slipak, (2021), op. cit.
[18] De estos, dos consisten en la expansión de Mina Fénix y Salar de Olaroz, que buscan producir 20 mil y 25 mil Tn LCE adicionales, respectivamente, y uno está en etapa de construcción (Cauchari-Olaroz, que busca iniciar sus operaciones en el 2022 con una capacidad prevista de 40.000 Tn LCE/año). Según el mismo informe, Argentina podría totalizar en los próximos años una producción de 373,5 mil Tn LCE adicionales a su capacidad actual de 37,5 mil. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_litio_-_octubre_2021.pdf
[19] Livent exporta casi la totalidad de carbonato y cloruro de litio que se extrae del Salar del Hombre Muerto en Catamarca a otras filiales de la propia Livent Corp. en Estados Unidos, China, India y Gran Bretaña, en donde procesa estas sales elaborando productos derivados de mayor valor agregado (litio metálico e hidróxido de litio, que representan más del 60 % de los ingresos totales de la empresa, mientras que el cloruro y carbonato de litio que producen localmente representa menos del 6 %).
[20] Estamos hablando de extracción de litio por métodos alternativos al evaporítico, procesos de obtención de hidróxido de litio, obtención de litio metálico, entre otros desarrollados en el ámbito público y privado pyme en nuestro país. Fornillo, B. & Gamba, M. (2019). “Política, ciencia y energía en el ‘Triángulo del litio’”. En: Litio en Sudamérica. Geopolítica, energía, territorios. Buenos Aires: CLACSO-IEALC.
[21] Argento, Puente & Slipak, (2021), op. cit.
[22] La declaración completa del foro está disponible en: https://www.cin.edu.ar/foro-interuniversitario-de-especialistas-en-litio/.
[23] https://www.cin.edu.ar/litio-2021-en-la-argentina-una-politica-soberana/.
[24] http://www.ateargentina.org.ar/nota.asp?id=20754.







 

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