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Realidades virtuales reales

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COVID Y SOBERANÍA COMUNICACIONAL (Por Cynthia Ottaviano) / Con la expansión de la covid-19, la creación de vidas virtuales, que aparecían tan solo como una posibilidad, se convirtió en una necesidad. Casi una obligación contemporánea. Sin embargo, esta nueva realidad virtual real, desigual–por portación de barrio, de recursos económicos, por falta de acceso a derechos humanos como la vivienda, la educación y la comunicación–, nos vuelve a...
COVID Y SOBERANÍA COMUNICACIONAL / Con la expansión de la covid-19, la creación de vidas virtuales, que aparecían tan solo como una posibilidad, se convirtió en una necesidad. Casi una obligación contemporánea. Sin embargo, esta nueva realidad virtual real, desigual–por portación de barrio, de recursos económicos, por falta de acceso a derechos humanos como la vivienda, la educación y la comunicación–, nos vuelve a poner en el camino de una reflexión que impulse la acción decisiva de una co-regulación participativa correctora de las asimetrías existentes, y nos convoca a construir soberanía comunicacional en la senda nacional y popular, fundada en la comunicación como derecho humano y no como rapiña.

Por Cynthia Ottaviano
Doctora en Comunicación. Directora de Radio y Televisión Argentina (RTA).

Fotos: Nazareno Ceraño

La pandemia parece haberlo cambiado todo. En nombre de la salud pública, de la necesidad de acceder en igualdad de condiciones al derecho humano fundamental que resulta la vida, los países de las más diversas latitudes se volvieron promotores de las nuevas tecnologías para seguir adelante con las vidas capitalistas pero respetando la cuarentena, el aislamiento social preventivo y obligatorio o los múltiples nombres que el confinamiento adquirió en los hogares.

Así, lo que aparecíatan solo como una posibilidad se convirtió en una necesidad con laexpansión delacovid. Casi una obligación contemporánea: la creación de nuevas realidades virtuales reales.

El jugador de fútbol de la selección argentina Sergio “Kun” Agüero dejó de hacer goles en las canchas de pasto para hacerlos en la play, ante la mirada mundial que él no podía ver.(1)

Las clases de jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, las universitarias, pero también las de gimnasia, los cumpleaños, las citas, los congresos, los recitales, los coros y hasta los fogones pasaron a practicarse de manera remota, intermediados por las pantallas.(2)

Los Estados y las compañías de comunicación transnacionalizadas crearon aplicaciones para detectar casos de covid, geolocalizarlos y monitorear la temperatura diaria y los síntomas de las personas infectadas o con síntomas aparentes.(3)

Pisar el espacio público se convirtió en una verdadera osadía: barbijos, máscaras, guantes, y peor aún, al entrar a cualquier lugar, incluidos supermercados, se impuso la obligación de tomarse la temperatura de manera pública y asearse en máquinas desinfectantes frente a la mirada controladora de personal de seguridad y cualquier persona que pasara casualmente por allí.

Empresas de entrega de comida a domicilio contrataron robots, los drones comenzaron a distribuir medicamentos y en los restaurantes pensaron en poner maniquíes, atendidos por mozos que les hablaran, para crear “ambiente” y que las personas no se sintieran “solas”.(4)

Si al comienzo del siglo XXI los nuevos estados de vigilancia y control resultaban preocupantes, ¿desde qué mirada esperanzadora se puede mirar el presente, donde ya la servidumbre no es voluntaria, sino en apariencia obligatoria?

Mientras que la pérdida del empleo y el hambre avanzaban, como consecuencia de la pandemia previa que podría considerarse el capitalismo financiero, quienes aún sostenían una relación laboral se vieron obligados a aportar los medios de producción.(5)

El teletrabajo implicó que la estructura edilicia, los servicios de agua, luz, gas, teléfono, internet, los impuestos municipales y provinciales, así como la computadora, el software requerido, auriculares y micrófonos fueran costeados por quienes además ponen la fuerza de trabajo, con estados de vigilancia extrema en cuanto a tiempo y dedicación otorgados, con ausencia de un marco legal definido.(6)

En el campo del periodismo, las teorías de los géneros nos ubican ante la comunicación de “riesgo”, que requiere de la articulación de información que surge de fuentes diversas, con intereses múltiples, en escenarios de conflictividad y vulnerabilidad social, de manera que la comunidad bajo amenaza debe tomar decisiones acertadas a partir de esa información veraz, valorar los recursos y las fortalezas de su propio tejido social, como herramientas de recuperación.

En este escenario, pueden definirse los siguientes principios fundamentales de una comunicación de riesgo:

- Planificación: tanto en su diseño como en su ejecución.

- Especialización: puesto que requiere de especialistas en comunicación que trabajen en equipo.

- Integración:entendiendo que las personas expertas deben intercambiar información y trabajar de manera complementaria.

- Coordinación: de manera que quienes comunican comprendan la magnitud, la dinámica y el alcance del desastre.

- Evaluación: resulta necesario considerar en el “después” fortalezas y debilidades para mejorar la comunicación.

En Argentina, este despliegue ocurre luego de años de precarización laboral, persecución ideológica y sindical, pérdida de la confianza y un escenario ultraconcentrado de la comunicación, donde la información es más una mercancía que un servicio.

Por otra parte, la brecha de acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación quedó en evidencia cuando, en muy poco tiempo, fue necesario continuar con el dictado de clases fuera de las instituciones educativas.

El 19,5 % de quienes cursan la escuela primaria no tiene internet en el hogar. Promedio. Porque cuando se miran las cifras geolocalizadas puede verse que en Salta no lo tiene el 29,7%, en Catamarca y en Formosa el 29,5 %,en Misiones el 29,4 %, en Corrientes el 28,9%, en Jujuy el 28,7 %, en San Juan el 27,8 %, en Santiago del Estero el 26,8 % y en el Chaco el 26,1 %.(7)

De la otra punta del extremo, los menores déficits se encuentran en La Pampa, donde solo el 5,1% no tiene acceso, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 7,2 % y en Tierra del Fuego el 7,5 %.

La realidad se complejiza cuando se sabe que estas estadísticas no reflejan de qué calidad de internet se dispone. “Tener internet no es sinónimo de estar conectados –señala Alejandro Artopoulos, director de Investigación y desarrollo del Centro de Innovación Pedagógica de UDESA–. Solo con una computadora por chico y banda ancha se puede garantizar la continuidad escolar”(8).

Por otra parte, Artopoulos reconoce que a lasbrechas de acceso y conectividad mencionadas es necesario sumarles por lo menos otras tres más: la tecnológica, en cuanto al equipamiento; la del conocimiento, en referencia al dominio del uso; y la de género.“Las estadísticas muestran brechas persistentes, incluidas las menos visibles, como la de género y la de apropiación de los usos académicos de las TIC”.

Desde la práctica que otorga el trabajo en territorio, el maestro Emmanuel Farina, de la escuela N° 11 de Barracas, explicó con claridad la problemática, ya que la vive a diario, aun trabajando en la ciudad de Buenos Aires. “Cuando entregamos los bolsones de alimentos cada quince días, vemos a las familias. Así nos enteramos que muchos no tienen internet. Se conectan por celular. No tienen wi fi, ni computadora. Hay whastapp, pero no pueden abrir los enlaces. Esa es la complejidad que vemos y padecemos día a día [...]muchos no saben ingresar al portal [...] El derecho a la educación está limitado a las nuevas tecnologías”(9).

Esta nueva realidad virtual real, desigual, por portación de barrio, de recursos económicos, por falta de acceso a los derechos humanos, como la vivienda, la educación y la comunicación, nos vuelve a poner en el camino de la reflexión que impulse la acción decisiva de una co-regulación participativa que corrija las asimetrías existentes, impidiendo posiciones dominantes así como la extranjerización; la transparencia en la “propiedad” de los medios; el reconocimiento de internet como derecho humano básico y fundamental.

Hoy, más que nunca, la pandemia, como un reactivo que deja al desnudo las desigualdades preexistentes y las profundiza en tiempos de crisis sanitaria, económica, social y comunicacional, nos convoca a construir la soberanía comunicacional en la senda nacional y popular, fundada en la comunicación como derecho humano y no como rapiña. 

Notas

[1] https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/kun-aguero-gamer-twitch-nid2361360https://www.infobae.com/gaming/2020/05/21/videojuegos-y-cuarentena-el-kun-aguero-sigue-incursionando-como-streamer-y-juega-valorant-en-twitch/

[2] https://www.scout.org/es/node/44199https://www.clarin.com/zonales/coronavirus-argentina-coro-virtual-120-alumnos-colegios-conmueve-redes_0_Xfh_iCAKn.html

[3] https://www.ambito.com/informacion-general/coronavirus/como-funciona-cuidar-la-nueva-app-argentina-n5098539https://www.infobae.com/america/agencias/2020/05/20/apple-y-google-lanzan-app-para-detectar-casos-de-coronavirus/

[4] https://www.telesurtv.net/news/colombia-medellin-robots-entregas-domicilios-cuarentena-covid-20200424-0085.html, https://www.elpais.com.uy/vida-actual/drones-entregan-medicamentos-estados-unidos.htmlhttps://www.cucinare.tv/2020/05/15/colocan-maniquies-en-un-restaurant-que-va-a-reabrir-para-que-los-comensales-no-se-sientan-tan-solos/

[5] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-52220090

[6] http://www.informe-teletrabajo.com.ar/problemas-teletrabajo.php

[7] Informe “¿Cuántos estudiantes tiene acceso a internet en su hogar en Argentina?”, realizado por Alejandro Artopoulos para el Observatorio Argentinos por la Educación.

[8] Entrevistado por la autora en el programa de radio Volver a las Fuentes, por la AM 990.

[9] https://www.pagina12.com.ar/263663-coronavirus-y-escuela-en-casa-la-tarea-de-educar-en-cuarente



 

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