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Tres hitos y tres desafíos

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MISIÓN SOCIAL, CALIDAD Y EFICIENCIA (Por Daniel Martínez) / Tres hitos han marcado el desarrollo sostenido de la educación superior argentina: la autonomía lograda a partir de la reforma de 1918, la gratuidad decretada en 1949, durante la primera presidencia de Perón, y la expansión territorial que, con la creación de más de treinta universidades nacionales entre 1989 y 2015, otorgó mayor accesibilidad. Sin embargo, el sistema universitario, en especial las casas de altos estudios asentadas en territorio bonaerense, tiene aún desafíos pendientes que implican un abordaje relacional de tres cuestiones fundamentales: misión social, calidad y eficiencia.
MISIÓN SOCIAL, CALIDAD Y EFICIENCIA / Tres hitos han marcado el desarrollo sostenido de la educación superior argentina: la autonomía lograda a partir de la reforma de 1918, la gratuidad decretada en 1949, durante la primera presidencia de Perón, y la expansión territorial que, con la creación de más de treinta universidades nacionales entre 1989 y 2015, otorgó mayor accesibilidad. Sin embargo, el sistema universitario, en especial las casas de altos estudios asentadas en territorio bonaerense, tiene aún desafíos pendientes que implican un abordaje relacional de tres cuestiones fundamentales: misión social, calidad y eficiencia.

Por Daniel Martínez
Doctor en Ciencias Económicas con posdoctorado en Marketing. Rector de la Universidad Nacional de La Matanza.

Fotos: Gentileza UNLaM

El desarrollo sostenido de la educación superior argentina se vio favorecido por una serie de hitos que se dieron como consecuencia de procesos previos y, a esta altura, ya no son materia de debate. Ellos son la autonomía lograda a partir de la reforma de 1918, la gratuidad decretada en 1949, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón, y la expansión territorial que, con la creación de más de treinta universidades nacionales entre 1989 y 2015 –período en el cual nació la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM)–, otorgó mayor accesibilidad.

La autonomía brindó garantías en pos de la pluralidad de ideas, erigiéndose como una base fundamental para fomentar el espíritu crítico que requiere todo proceso de construcción del conocimiento. Esta evolución histórica le dio al sistema universitario nacional el carácter de democrático, público, gratuito e inclusivo, lo que posibilitó que Argentina se distinguiera en el mundo, y en particular en América Latina, por sus posibilidades de progreso social y su calidad académica.

Partiendo de los pilares de autonomía, gratuidad y accesibilidad que caracterizan a nuestro sistema, cabe preguntarse si se cumplen los propósitos para los cuales fueron creadas las nuevas universidades. Con las universidades asentadas en el conurbano de la provincia de Buenos Aires se cumplió un objetivo clave de las políticas democráticas para el sector: ampliar la cobertura, promoviendo el acceso y la permanencia de sectores sociales que antes estaban excluidos.

Los estudiantes que transitan las aulas de la UNLaM provienen de familias en las que, en porcentajes superiores al 85 %, son la primera generación en acceder a estudios superiores. Este dato demuestra que la universidad vino a transformar una realidad, a satisfacer una demanda, y lo está cumpliendo.




Dar acceso a la educación superior a nuevos sectores sociales es una tarea mucho más compleja y profunda que simplemente asentar instituciones con anclaje local, abrir sedes, lanzar una cartera de ofertas formativas y promover el ingreso de aspirantes a ellas. Significa hacerse cargo de la realidad socioeducativa, cultural e histórica de esos sectores, con altos estándares de calidad.

El sistema tiene, todavía, desafíos pendientes. Ahí entran en juego tres cuestiones que están relacionadas y es necesario abordar: misión social, calidad y eficiencia.

La misión social de nuestras universidades es, en principio, mejorar la calidad de vida de la comunidad a través de la formación de profesionales, del trabajo de extensión y de la transferencia del conocimiento generado en el campo de la investigación. Pero también se espera de nuestras instituciones la contribución para la transformación de la calidad de vida de aquellos ciudadanos que no reciben educación de nivel superior.

Se podría decir que la universidad debe ajustar sus objetivos formativos en función de la resolución de problemas reales; por lo tanto, siempre que se trate el tema de la calidad de nuestros programas, debe indagarse si están orientados a formar profesionales capaces de abordar las problemáticas reales y actuales de la comunidad, a través de la disciplina que corresponda.

En ese camino estamos: en el de la formación de profesionales que sepan transmitir pero, fundamentalmente, hacer, transformar su propia realidad y también la calidad de vida de sus conciudadanos. En definitiva, nuestra política académica, como la concepción de calidad, se encuentran asociadas a la misión institucional.

En este sentido, uno de los grandes desafíos que tuvo nuestra universidad desde su origen fue congeniar calidad con masividad. La UNLaM está asentada en un territorio con más de tres millones de habitantes de cercanía, y en cierta medida rompe con esa falsa dicotomía entre llegar a todos o llegar con calidad.

El concepto de derecho humano, bien público y social que se le otorgó a la educación superior en la Declaración de la Conferencia Regional de la Educación Superior de 2008 zanjó la discusión sobre si la Universidad es para todos o si debe ser selectiva. Ahora bien, esto requiere de asignación de recursos por parte del Estado para que se pueda cumplir con dicho objetivo. Por lo tanto, hay una corresponsabilidad entre Estado y Universidad para que los recursos otorgados se utilicen de la manera más eficiente posible. Y esto no comprende únicamente los recursos financieros (que son necesarios), sino que supone una planificación estratégica regional de oferta de carreras que optimice los recursos humanos.

Este tercer desafío está vinculado con el avance en el uso de las nuevas tecnologías. Si bien creemos que la educación presencial es irremplazable, en los días de emergencia educativa mediada por plataformas quedó demostrado que la incorporación de herramientas complementarias que permitan el aprendizaje a través de la educación semipresencial o a distancia será de mucha utilidad, especialmente para abordar las cuestiones relacionadas con el espacio físico y los cambios culturales de las nuevas generaciones.

Cada una de las nuevas universidades definió un proyecto institucional propio y enfrentó el enorme desafío de brindar formación universitaria a una población que antes no accedía a ella. Se ha comenzado un proceso de transformación que quizá desemboque en un nuevo hito del sistema: el de la planificación estratégica regional que permita perfeccionar la utilización de los recursos y el ingreso de lleno al mundo de la tecnología y la conectividad para la transformación de los planes de estudio. 


 

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Maiz es una publicación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. ISSN 2314-1131.


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