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El vértice articulador

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Por Jerónimo E. Ainchil / ACERCA DE LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI / Las hay grandes y pequeñas, nuevas y centenarias, pero todas trabajan en el contexto de una tradición que se remonta a sus orígenes y habla de inclusión, calidad y fuerte imbricación con el país y su región. Cada crisis, como la desatada hoy por la pandemia, las ha puesto en un plano institucional de suma relevancia y ha evidenciado que las universidades son una de las mejores y más valiosas aliadas del Estado nacional para enfrentarla. Desde la autonomía y el compromiso... ACERCA DE LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI / Las hay grandes y pequeñas, nuevas y centenarias, pero todas trabajan en el contexto de una tradición que se remonta a sus orígenes y habla de inclusión, calidad y fuerte imbricación con el país y su región. Cada crisis, como la desatada hoy por la pandemia, las ha puesto en un plano institucional de suma relevancia y ha evidenciado que las universidades son una de las mejores y más valiosas aliadas del Estado nacional para enfrentarla. Desde la autonomía y el compromiso reformista de sus políticas de extensión como elementos centrales que hacen esto posible y constituyen un modelo a seguir, hasta los objetivos para continuar construyendo una Universidad que sea vértice de integración del sistema educativo. 

Por Jerónimo E. Ainchil
Doctor en Ciencias Ambientales por la Universidad de Venecia. Rector de la Universidad Nacional de San Antonio de Areco (UNSAdA).

Fotos: Sebastián Miquel

Nuestro modelo

Cada crisis, cada problema que se le presenta a nuestro país –como, por ejemplo, la pandemia de covid-19– pone a las universidades argentinas, por su capacidad, en un plano institucional relevante. Son sin duda, por toda su historia, pero especialmente desde la recuperación de la democracia, por la continuidad institucional que le permite su autonomía, una de las herramientas más eficaces del Estado nacional. 

Las hay grandes y pequeñas, nuevas y centenarias, pero todas, con sus particularidades y las especificidades del territorio en el que se desenvuelven, trabajan siempre en el contexto de una tradición que se remonta hasta sus orígenes: la búsqueda de inclusión, calidad y una fuerte relación con su medio, su región y el país.

La autonomía les ha permitido establecer una dinámica que atempera muchas de las divisiones paralizantes que ha sufrido el país en otros planos institucionales. El compromiso reformista de las políticas de extensión les ha impedido aislarse de la responsabilidad con su contexto. Por el contrario, han desarrollado una cultura de relaciones e interacción con el medio, con otros actores institucionales, con organizaciones sociales y empresariales que le dan al sistema universitario argentino características muy especiales.

Aunque muchas veces no se vea, el sistema universitario argentino está lleno de referencias de excelencia para quienes tenemos el desafío de conducir el desarrollo de las nuevas instituciones que se van incorporando.

Estas características también han potenciado la internacionalización del sistema universitario nacional, que ha aprovechado de manera positiva y colaborativa la vinculación académica y científica con universidades de todo el mundo, incluso mucho antes del inicio del proceso de globalización como hoy lo conocemos.

Por eso, la llegada de una Universidad pública a cualquier región de nuestro país, que trabaje para potenciar las características regionales sobre la base de lo mejor de nuestra tradición universitaria, permitirá el desarrollo de un círculo virtuoso muy positivo para dicho territorio.

Muchas cosas van a cambiar después de la pandemia que afecta al mundo. Es muy probable que sea necesario fortalecer el sistema universitario para potenciar ese rasgo que está en la esencia de los universitarios de aportar, construir, colaborar, pero sin dejar de cuestionar, criticar y poner en duda todo lo que la civilización da por sentado, por muy bueno y correcto que haya sido en determinado momento de la historia.

Es por estas razones que reivindicamos con fuerza las principales características de nuestro sistema universitario, que por supuesto tiene muchas falencias que debemos corregir; pero estas ideas rectoras que lo construyen son las que, en las crisis recurrentes de nuestro país, ponen a las universidades en el centro de las miradas como una de las instituciones con mayor credibilidad en el debate público.

Nuestro trabajo

Con estas ideas venimos desarrollando nuestra tarea en la construcción de la Universidad Nacional de San Antonio de Areco (UNSAdA), estableciendo una intensa relación territorial con una vasta cantidad de ciudades que forman parte de nuestra zona de influencia, articulando una propuesta de carreras, tecnicaturas, licenciaturas e ingenierías y programas de extensión que incluyen en su oferta a toda la población de la región, mientras preparamos las bases para el desarrollo científico y tecnológico con fuertes nexos con los sectores productivos de la zona.

Lo hacemos no solo articulados con el sistema universitario y científico nacional; también venimos insistiendo –por ejemplo, desde la Red Universidades Nacionales Bonaerenses (RUNBo)– en la necesidad de crear y fortalecer un sistema científico provincial articulado por el gobierno con participación de todas las universidades con asiento en la provincia, conscientes del contexto novedoso y desafiante del siglo XXI, en el que vinculamos las políticas territoriales con los desafíos que llaman a la puerta de todas las universidades: inteligencia artificial, industria 4.0, algoritmolandia, Una salud, aprendizaje automático (machine learning), robotización, territorios inteligentes (smart territories), etcétera.

En nuestro caso, estos grandes desafíos conviven con problemas que arrastramos desde el siglo pasado y que parecen empeñados en quedarse –por ejemplo, un 30% de pobreza o una inflación anual de dos dígitos– y que forman un círculo vicioso que nos detiene en el tiempo y nos aleja cada vez más de las discusiones acerca de la construcción del futuro. Sin embargo, somos optimistas y creemos que podemos articular simultáneamente una serie de acciones y discusiones que puedan atacar ambos problemas, recuperar el tiempo perdido y comprender hoy la educación como un proceso permanente y continuo a lo largo de toda la vida de las personas.

Esto nos obliga a hacer una reflexión acerca de cuál es la capacitación que la Universidad debe brindar a sus alumnos, con toda la incertidumbre de un mundo en incesante y acelerado cambio tecnológico, en el mundo del trabajo, de las comunicaciones y, por supuesto, en la vida social y de relación.

Creemos que, además de formar en competencias y habilidades específicas, la Universidad debe contribuir a la transmisión de valores, de la cultura, la construcción de ciudadanía, el acceso a los derechos. Debemos contribuir a la formación de personas libres que, imbuidas del ideario humanista, se cuestionen sobre las razones que nos retienen en debates ya superados y sean capaces de formular las preguntas que debemos responder en el futuro.

Estamos construyendo una Universidad creada a fines de 2015, pública, libre y gratuita. La UNSAdA tendrá una profunda inserción regional, comprometida con los principales problemas del contexto y, como una institución del siglo XXI, compatible con el desarrollo y la profundización de vinculaciones nacionales e internacionales que le permitirán un desarrollo académico y científico-tecnológico de calidad. En este sentido, se aspira a formar un entramado de relaciones que cooperen y potencien los objetivos propuestos.

La del siglo XXI debe ser una Universidad de equidad, estar articulada con el territorio y procurar que la centralidad la tenga el estudiante. Debe poner de manifiesto y mejorar el lazo con la sociedad, en el territorio del que forma parte. El nuevo rol docente implica ser guía o facilitador para enseñar a pensar, a seleccionar e interpretar información, a resolver problemas y desarrollar actitudes de cooperación –dejando de lado al docente solo transmisor de conocimiento–, y que además pueda desempeñarse en distintos contextos. El docente debe poseer dominio de la materia y capacidad pedagógica para enseñarla, pero además sentido ético, aptitud para interactuar con los alumnos, para despertar el interés por los aprendizajes, para estimular las potencialidades de los alumnos, etcétera.

El especialista en educación Augusto Pérez Lindo (2012) enumera una serie de competencias básicas congruentes con valores de la educación y en línea con las tendencias del siglo XXI, cuando propone, con una actitud muy abierta, cinco metas: aprender a ser, aprender a conocer, aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a convivir. Este es el sentido que buscamos y que orienta nuestras acciones y estrategias, “entendemos que el logro estudiantil no es fruto de la casualidad, requiere que las instituciones se comprometan con formas de acción intencionales, estructuradas y sistemáticas que involucren por igual a docentes, especialistas en asuntos estudiantiles y administradores” (Tinto, V. 2017).

Así, mientras en la región trabajamos en las estrategias de articulación de manera de lograr que los estudiantes que finalizan la escuela secundaria estén en condiciones de tomar los cursos universitarios, hemos definido políticas de acompañamiento y retención. Estas incluyen acciones que van desde el acompañamiento académico y pedagógico –incluidas acciones entre pares–, inserción social e incorporación a la vida universitaria, deportes, actividades culturales, hasta un importante Programa Único de Becas Universitarias.

El vértice articulador del sistema educativo

La Universidad de nuestros días debe alcanzar:

• Una activa participación en la educación preuniversitaria, involucrándose en los contenidos de la educación media o secundaria, manteniendo actualizados los propios e interviniendo en la actualización constante de los docentes.

• Una oferta de grado y posgrado cada vez más flexible y versátil, optimizando la relación estudiante-docente hasta que se produzca una simbiosis de difícil diferenciación. Ya no hay dueños del saber, sino una comunidad de saberes diversos. Tendrá además la responsabilidad de la formación en oficios y artesanías, que, siendo cada vez más tecnológicos y con conocimiento incorporado, deberán ser transmitidos/enseñados en las universidades. Tendrá una estrecha vinculación con los gobiernos locales y regionales, que permita a la sociedad de su entorno aprovechar las ventajas de su presencia con un impacto en el ambiente en la más amplia de sus acepciones y haciendo realidad al concepto de territorio inteligente. Esta estrecha vinculación se incrementará en el caso de la industria y los sectores productivos, quienes deberán incorporar con ritmo sostenido conocimiento y tecnología. Crecerá la necesidad de investigar y desarrollar respuestas y adaptaciones tecnológicas optimizadas a las condiciones del territorio.

• Una íntima proximidad con los graduados y profesionales de la región, quienes recurrirán en forma continua para dar las respuestas actualizadas en sus áreas de acción. Seremos la actualización permanente de los profesionales e incluso de sus plataformas y sistemas.

• También deberá involucrarse en proponer o proporcionar alternativas a los adultos mayores, cada vez con más expectativa de vida y con crecientes requerimientos de contenidos que den sentido a ese alargamiento de la vida.

• Contribuir a la cultura.

Finalmente, la crisis de covid-19 nos ha puesto en la tarea de mantener funcionando el sistema educativo universitario en el marco del distanciamiento físico, necesario para retrasar el contagio que haga colapsar nuestro sistema de salud, pero que vuelve imposible el modelo áulico presencial y nos obliga a acelerar la implementación de la educación a distancia; y en eso estamos abocados y en debate con universidades de todo el mundo. Primero, adaptando todo nuestro modelo educativo y tratando de equiparar las diferencias de infraestructura y de las capacidades económicas de nuestros alumnos para que nadie quede atrás, pero con la convicción de que la urgencia nos va a llevar, de manera acelerada, a un modelo de trabajo que será en un futuro cercano mucho más habitual de lo que imaginábamos.


 

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