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1000 días y 1000 noches

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Cynthia García / LA PRISIÓN DE MILAGRO (O LA INSTAURACIÓN DEL DISCIPLINAMIENTO SOCIAL) / No es casual que Milagro Sala, la militante social que supo sacar de la exclusión y la marginación al pueblo indígena y a los más vulnerables en el norte del país, pero también comprender la profunda ligazón de ese proceso con hechos tan claves como el avance de los juicios de lesa humanidad...
LA PRISIÓN DE MILAGRO (O LA INSTAURACIÓN DEL DISCIPLINAMIENTO SOCIAL) / No es casual que Milagro Sala, la militante social que supo sacar de la exclusión y la marginación al pueblo indígena y a los más vulnerables en el norte del país, pero también comprender la profunda ligazón de ese proceso con hechos tan claves como el avance de los juicios de lesa humanidad, haya sido la primera presa política de la Administración Cambiemos. Con su encarcelamiento ilegal e ilegítimo, Jujuy se convirtió en el laboratorio de lo que vendría después: el empleo del aparato estatal para perseguir, amedrentar y desarticular cualquier expresión de poder popular. Los más de mil días que lleva detenida son un signo claro no sólo del ataque a una obra monumental que reconstruyó la dignidad y el buen vivir de los postergados de la historia, sino también de la embestida contra la fuerza expansiva más radical de la democracia.

Por Cynthia García
Periodista y directora de la plataforma multired #LaGarcía. Docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.

Fotos: Sebastián Miquel

En Jujuy, el mes de agosto es muy importante. Es el mes de la Pachamama. Durante esos días el pueblo jujeño celebra esta tradición milenaria de las comunidades andinas originarias donde se realizan ceremonias en la tierra que recibe hojas de coca, tabaco, comida y bebidas en agradecimiento a lo que la madre tierra da y con la esperanza de pedir para recibir lo que vendrá.

Un gran pozo es construido como expresión de la boca de la tierra abierta. El olor a incienso, mirra y especias da cuenta de los trabajos previos de limpieza para después recibir las ofrendas de frutas, empanadas, humitas, dulces, cervezas, gaseosas y más alcohol.

Dos piras de fuego acaloran los agostos y el fresco de los días plomizos que queman la coca, la leña y un ciclo terrenal.

Luego de las ofrendas, cada quien se acerca a la boca de la tierra abierta, arroja más comida y bebida y luego pide lo que desea al grito final de “¡Jallalla!”, palabra que en lengua quechua-aymara une los conceptos de esperanza, festejo y bienaventuranza. Es una voz de fuerza para que se concrete lo deseado y a la vez el compromiso de luchar para lograrlo.
En estos tres años, la gran mayoría de los pedidos en cada celebración están dirigidos a la libertad de Milagro Sala, y el nombre de la dirigente seguido de ¡Jallalla! resuena al unísono.

Allí, en ese espacio de tradición de los pueblos originarios, se concentra la resistencia de quienes viven la persecución política como un dato de su cotidianeidad.

Liderazgo maternal

El contexto persecutorio sobre Milagro Sala no soslaya un profundo odio de clase que pesa sobre la dirigente por parte de un sector de la sociedad construido por oligarquías feudales que irradiaron rechazo y desprecio por los más humildes, a los que Milagro resignificó representándolos, generando trabajo cooperativo y dirigiéndolos mediante un liderazgo maternal de raíces originarias.

En términos políticos, Milagro logró romper el bipartidismo histórico de la provincia, y afectó los intereses de empresas constructoras vinculadas con el negocio habitacional generando una red de cooperativas de construcción que creaba cuatro veces más trabajo que las empresas privadas y utilizando la rentabilidad excedente para la inclusión social, construcción de centros de salud y escuelas.

Además, junto a la organización Tupac Amaru fue fundamental en el impulso y avance de las causas de lesa humanidad: hasta 2011, Jujuy no había iniciado procesos judiciales de Memoria, Verdad y Justicia, y con una marcha multitudinaria que hizo la Tupac junto a organismos de derechos humanos se logró la renuncia del juez federal Carlos Olivera Pastor, que frenaba los procesos, y a partir de ahí se nombró a Fernando Poviña, quien fue el primero en avanzar en la complicidad civil de Pedro Blaquier, dueño del ingenio Ledesma, en la desaparición de personas durante la dictadura.

Todo esto explica en parte por qué el gobernador Gerardo Morales intenta eliminar a su rival política generando las condiciones de su encarcelamiento. Sin embargo, no hay forma de enmarcar lo que está pasando si no partimos del hecho fundacional que ha cometido este gobierno, que es la prisión de Milagro Sala y el resto de los compañeros y compañeras detenidos.

“Ese es un hecho emblemático y fundamental para que podamos pensar la situación de ajuste que vive nuestro país, porque es aquello que muestra que estamos ante un proceso de construcción de disciplinamiento social. Lo que está en juego no es sólo una cuestión económica, lo que está en juego no es una cuestión presupuestaria; lo que está en juego es algo mucho más de fondo, que tiene que ver con instaurar disciplinas en toda la sociedad y producir un conjunto de amenazas sobre los activismos sociales. Ese conjunto de amenazas comienza en Jujuy. Jujuy es el laboratorio de la alianza Cambiemos.” El párrafo precedente corresponde a la socióloga María Pía López y fue expresado en el marco de una charla en el Instituto Patria, ámbito de construcción y formación política y sede de las actividades que realiza la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando está en Buenos Aires. Lo que explica María Pía constituye el núcleo de pensamiento para entender los ya más de mil días y mil noches que Milagro Sala lleva detenida.

Diez mil viviendas a lo largo de las provincias de Jujuy, Chaco, Corrientes, Mendoza y Misiones. La obra de Milagro trasciende el espacio habitacional de la casa y se integra a un concepto de urbanismo social. Los beneficiarios y beneficiarias de ese buen vivir fueron los sectores postergados de la historia, los maltratados de los siglos, los que no cuentan ni para las revoluciones. Mujeres, hombres, niños y niñas a los que ninguna década les había llegado. Milagro no construyó un Estado paralelo, construyó Estado.

Milagro, la película


Con estas premisas llevamos adelante la idea, el guión y el rodaje del documental Milagro, la película. Un largometraje de ochenta minutos sobre Milagro con eje en su obra y su humanidad. Alrededor de una decena de entrevistas entre Jujuy y Buenos Aires donde se destaca el juez de la Corte Interamericana Eugenio Raúl Zaffaroni, el periodista Horacio Verbitsky, el dirigente social Coco Garfagnini y la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, cuyos diálogos circulan en núcleos de contenido que transmiten distintas emociones y conceptos para desarrollar las causas de la feroz persecución a la lidereza jujeña.

Milagro es perseguida, sobre todo lo antedicho, por ser mujer originaria. El documental transita este eje desde la entrevista con ella misma. Su desafío es a un mundo colonizante y patriarcal: “Si los hombres quemaban gomas, ¿por qué yo no voy a quemar gomas?, si ellos puteaban, ¿por qué yo no voy a putear?”, argumenta desde una lógica política de paridad.

El personaje de Milagro Sala en la película rompe el verosímil construido por la maquinaria mediática y jurídica. El encuentro con ella transcurre en la casa de El Carmen, mientras la diputada del Parlasur cocina unas empanadas árabes que termina macerando al sol, como la entrevista.

Milagro no puede abrir la puerta de esa casa cárcel. Debe golpear desde dentro para que efectivos de gendarmería, desde fuera, abran el candado y quiten la cadena del portón de madera.

Si familiares o visitas quisieran entrar, deberán antes sufrir el manoseo de la requisa en una de las carpas de campaña que establecieron las fuerzas de seguridad por orden del juez Pullén Llermanos, que cumple órdenes, a su vez, de Gerardo Morales.

Estos mil días de detención de Milagro como presa política son también los mil días de Macri y de todas y todos nosotros. Esta película documental es también un registro para la historia de este tiempo.

Una vez le pregunté a Milagro, en la cárcel de Alto Comedero, si tenía conciencia de su liderazgo a nivel mundial. “No, no lo pienso. Primero me quiero encontrar yo misma de nuevo”, respondió con su trenza kolla iluminada por el sol.


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