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Superar la tríada

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EL ROL DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS EN EL TERRITORIO PROVINCIAL (Por Daniel Galli) / Junto con la demostrada y esperablemente sostenida capacidad de las universidades públicas de enfrentar cierta endogamia cada vez que los tiempos se lo demandan, se halla la necesidad de que estas continúen trabajando en ampliar la tríada académica, de extensión y de investigación, de modo que se vea superada por una planificación de las actividades que incluya la gestión territorial: el diseño de una relación entre las capacidades instaladas de cada territorio, las nuevas capacidades productivas requeridas y la participación de estas instituciones imprescindibles para la transformación. Las universidades con sede en la provincia de Buenos Aires...
EL ROL DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS EN EL TERRITORIO PROVINCIAL / Junto con la demostrada y esperablemente sostenida capacidad de las universidades públicas de enfrentar cierta endogamia cada vez que los tiempos se lo demandan, se halla la necesidad de que estas continúen trabajando en ampliar la tríada académica, de extensión y de investigación, de modo que se vea superada por una planificación de las actividades que incluya la gestión territorial: el diseño de una relación entre las capacidades instaladas de cada territorio, las nuevas capacidades productivas requeridas y la participación de estas instituciones imprescindibles para la transformación. Las universidades con sede en la provincia de Buenos Aires como herramientas fundamentales para abordar articuladamente junto al Estado las crisis económicas y las diversas problemáticas sociales, sanitarias, educativas y culturales, contribuyendo así al desarrollo territorial.

Por Daniel Galli
Ingeniero. Rector de la Universidad Provincial de Ezeiza (UPE).

Fotos: Sebastián Miquel

Las universidades públicas han demostrado su capacidad para enfrentar cierta endogamia universitaria cada vez que los tiempos se lo han demandado. Mientras seguimos celebrando, todos y cada uno de los años, más de un siglo de la Reforma Universitaria de 1918 y bastante más de medio siglo de la gratuidad de la enseñanza de grado, es esperable que esta virtud deba sostenerse en el tiempo.

Con este sustento, es posible que también deba continuar trabajando en ampliar su gran paradigma: asumir una planificación de las actividades universitarias que superen la tríada académica, de extensión y de investigación con una cuarta columna de gestión territorial y, de este modo, diseñar una relación entre las capacidades instaladas de cada territorio, las nuevas capacidades productivas requeridas y la participación de las universidades; porque no hay transformación posible sin la Universidad. Desde la máquina de vapor, origen de la Revolución Industrial, hasta el Silicon Valley, génesis de la Revolución Informacional, siempre hubo una Universidad como referente.

Muchos autores [1] plantean el desarrollo de los territorios como una construcción endógena, no como algo adquirido. Y la mayoría de los expertos coincide en que ese crecimiento económico, con un cambio estructural en la calidad de vida de las personas, se logra a través del desarrollo de tres dimensiones fundamentales: una económica, con las empresas competitivas y locales; otra político-institucional, con los gobiernos locales y provinciales favoreciendo las políticas de desarrollo con medidas concretas; y, finalmente, una tercera dimensión sociocultural, que implique la institucionalidad y valores éticos y morales que consideren los derechos humanos, la igualdad de género y el respeto ambiental. Desde nuestra mirada, entendemos que se debería agregar una cuarta dimensión tecno-educativa-laboral, impactada por la formación de sujetos con capacidad de adaptación, donde la Universidad es uno de los principales protagonistas.

Ante lo expuesto, los mecanismos tradicionales conocidos podrían no ser suficientes para recuperar una economía en crisis que quiere despegar, en la que el sistema universitario debe ser su aportante más creativo e innovador, trabajando en equipo y con un rol transversal entre las distintas dimensiones. Esto significa que ni la política, ni la industria, ni la economía, ni el mercado laboral demandan hoy los conocimientos departamentalizados de la Universidad tradicional. En este contexto, las universidades deben formar nuevos profesionales con competencias basadas en la transversalidad de disciplinas y la horizontalidad de los conocimientos, cuya obsolescencia en su aplicación es notoria.

Las carreras más largas tendrán más carga básica para preparar a sus graduados en la adaptabilidad a los cambios, mientras que las carreras cortas tendrán una mayor carga tecnológica y formación práctica. Ante esta situación, los docentes nos encontramos obligados a cambiar el encasillamiento de materias o asignaturas por el concepto de áreas de conocimiento. También debemos repensar las acciones extracurriculares rejerarquizándolas, y los niveles de posgrados e investigaciones deberán atender en mayor medida a los escenarios futuros y menos a los antecedentes, evitando carreras académicas y profesionales que se sostienen exclusivamente por acumulación de papers.


Las universidades públicas provinciales, por proximidad territorial [2], se encuentran con esta exigencia. Forman parte del sistema nacional, integran el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), tienen susestatutos y sus planes de estudio y validez de sus titulaciones con validez nacional; su calidad está sujeta a las evaluaciones y acreditaciones de la CONEAU y gozan deautonomía plena con cogobierno y democratización de sus claustros. Solamente se diferencian de las universidades nacionales por responder al presupuesto de cada provincia y, por tal, tener ciertas restricciones en su autarquía debido al cumplimiento de normas y contralores jurisdiccionales [3]. Por otra parte, los docentes provinciales se encuentran prácticamente equiparados salarialmente a los nacionales, y los sueldos de autoridades de gestión son fijados por escala provincial asimilados a funcionarios públicos de la jurisdicción.

En suma, el conjunto de las universidades debería cumplir con las premisas territoriales explicitadas con anterioridad, donde cada graduado pueda trabajar y ejercer su profesión aplicando el criterio cuatridimensional descrito. Además, en el caso específico de las universidades provinciales, este ejercicio debe complementase con el aumento de la relación egresado/trabajo/territorio y transformarse así en un indicador de la gestión institucional. Y decimos “obligación” porque las universidades provinciales se crearon para resolver problemas concretos de empleabilidad, focalizando en lo temático y lo territorial [4].

La provincia de Buenos Aires cuenta con dos de las seis universidades provinciales que tiene la Argentina (UPE y UPSO), que, sumadas a las de carácter nacional con sede en la región, pueden responder sobradamente como infraestructura de recursos humanos a las necesidades de desarrollo del territorio bonaerense. La Universidad Provincial del Sudoeste tiene cobertura en veintisiete municipios del sur bonaerense con una variada oferta de carreras cortas. Entre las nacionales con localización provincial tenemos las del conurbano [5], que a través de su diversa y completa oferta académica promueven el ascenso social para los habitantes de cada una de sus comunidades; las nueve facultades regionales de la Universidad Tecnológica Nacional con sede en la provincia ofrecen servicios tecnológicos aplicados a todos los rubros de la industria, conjugando del mejor modo la educación y el trabajo; las universidades más jóvenes, como la Universidad Nacional de San Antonio de Areco, la Universidad Nacional Raúl Scalabrini Ortiz y la Universidad Nacional Guillermo Brown, tienen el impulso de perfiles docentes jóvenes y proyectos territoriales; la Universidad Nacional del Noroeste de la provincia de Buenos Aires es referencia en genética y agroindustria (los ingenieros franceses de Arfitec reconocen a los ingenieros industriales de la UNNOBA como los mejores de la histórica relación de intercambio de profesionales entre países), tanto como la Universidad Nacional de Luján lo es en la industria de los alimentos, la Universidad Nacional de Mar del Plata en ingeniería de materiales o en turismo, la Universidad Nacional del Sur en la industria portuaria y la Universidad Nacional del Centro en tecnologías de simulación a nivel regional. Y, seguramente, en la capital de la provincia, a la Universidad Nacional de La Plata se la observa como la de mayor trayectoria y referencia institucional, además de contar con una oferta educativa completa y de excelencia con reconocimiento mundial.

Por su parte, la Universidad Provincial de Ezeiza (UPE), creada en 2009 por Ley Nº 14.006, cuenta con catorce carreras, entre tecnicaturas y licenciaturas, en su sede del Barrio Uno de Ezeiza. Y, efectivamente, desde su creación configura titulaciones propias y adecuadas para una realidad productiva y de gestión local que tiene visibilidad por ser uno de los dos centros logísticos más importantes de la provincia de Buenos Aires, ser sede del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini y contar con un polo industrial de excelencia por la cantidad, calidad y tipo de empresas que lo integran, junto a otros desarrollos, como el hotelero y turístico, que también se presentan como muy importantes. La relación de su oferta universitaria con el territorio queda claramente ejemplificada en cada una de las carreras que ofrece.

En este sentido, desde la UPE, y tomando como referencia los efectos de la covid-19, nos enfrentaremos a un mediano y largo plazo complejo. 

Logística: se estima que el crecimiento del e-commerce y del teletrabajo alcanzaron índices en un año que se esperaban para dentro de tres a cinco, viviéndose recientemente un pico de demanda en las cadenas de suministro de bienes para abastecimiento de hogares e insumos médicos, así como, contrariamente, una fuerte caída en la demanda de combustibles y transporte de pasajeros y una rápida implementación de cambios de procesos productivos en algunas industrias o habilitación de nuevos canales. El escenario futuro pone en evidencia la necesidad de repensar la logística en los siguientes términos: integración de la producción con la distribución, necesidad de incrementar la transparencia y cantidad de proveedores, así como también mejorar el conocimiento de inventarios en los distintos puntos de la cadena, y estimar la demanda en forma rápida y precisa casi en tiempo real. Se abre una posibilidad hacia la regionalización de la logística.

Gestión aeroportuaria: los graduados y personas que trabajen en la gestión aeroportuaria tendrán que acompañar la progresión de reapertura de rutas nacionales donde no exista riesgo de sanidad - aeropuertos - aerolíneas. Se generarán nuevos protocolos con miras a favorecer el funcionamiento continuo, seguro y ordenado de los servicios del transporte aéreo nacional e internacional. Es de esperar que, para mejorar la logística provincial de cargas, problema histórico de la región, se pongan en marcha o refuncionalicen, por ejemplo, aeródromos locales. La gestión aeroportuaria es la suma de cada gremio aeroportuario, y la carrera debe funcionar intradepartamentalizada como el sector.

Comercio internacional: a corto plazo, la recuperación del sector en Argentina será lenta y requerirá un cambio de políticas macroeconómicas orientadas al impulso de las pymes y estrategias a través de formulación de negocios virtuales. Las actividades como ferias internacionales se verán obligadas a llevarse a cabo en formato digital por un tiempo más largo. Sin embargo, a mediano plazo, como una opción viable, se vislumbra una alta posibilidad de crecimiento en la exportación de servicios que puedan realizarse desde entornos remotos (teletrabajo). Sin dejar de tener en cuenta que se podría exportar alimentos en la medida que las economías de otras naciones superen la crisis.

Turismo: la recuperación de la industria del turismo va a requerir diseñar un modelo de gestión totalmente nuevo, que debe incluir protocolos de salubridad. La apertura inmediata estará en los destinos pequeños y de cercanía. Esta industria, que será seguramente la de mayor gradualidad en su desarrollo a corto y mediano plazo, por ser la de mayor incertidumbre, también es la que más requerirá explorar canales de innovación y creatividad. Si bien los usuarios ya venían digitalizándose, ahora la transformación llegará también muy aceleradamente a la oferta tradicional.

Higiene y seguridad: la modalidad de ejecución de trabajos y el cumplimiento de normas técnicas tendrán un control integrado por personas capacitadas para prevenir riesgos conocidos y nuevas implicancias sobre la salud. Las condiciones laborales, las cargas horarias, los convenios colectivos, los servicios profesionales, las modalidades y la reconversión tecnológica requerirán poner en juego reglamentaciones y protocolos que integren salud, calidad, ambiente, producción, responsabilidad, higiene, seguridad, ética laboral, sostenibilidad y trabajo. Incluso, estas estrategias deberán incluir a los trabajadores del sector más precarizado. Debemos preparar profesionales complejos.

Software: a la industria del software no la interrumpió ninguna pandemia; por el contrario, aumentó producto del acceso remoto y la experiencia de los actores. El teletrabajo y el trabajo móvil acelerarán la tercerización. Muchas instituciones, negocios, sistemas, la propia sociedad, se habrán nutrido de canales virtuales, por lo que la oferta de trabajo continuará creciendo, incluso en un mercado internacional que seguirá buscando los profesionales que formamos en nuestras universidades.

Es decir, la hipótesis planteada por nuestra Universidad Provincial de Ezeiza de transversalidad temática con pertinencia territorial se comprueba observando que el turismo se relaciona directamente con la gestión aeroportuaria, tanto como con la logística o el comercio internacional, hablemos de pasajeros o de cargas. Y que el software o la higiene y seguridad cruzan la actividad, sea cual fuere el tema en estudio. Así como en la actualidad no hay emprendimiento que pueda pensarse sin respetar el medioambiente, cuidar la cuestión de género o poner en funcionamiento la responsabilidad social por encima de la maximización de utilidades, también en la Universidad debemos pensar en mejorar aspectos vinculados con el presupuesto y las actividades con el fin de trabajar más horas con carreras semipresenciales, implementar y consolidar porcentajes de teletrabajo para una administración eficiente con ahorro energético y de transporte, y destinar mayor presupuesto para modelos de simulación como método tecnológico a fin de replicar laboratorios de alta tecnología y de punta.

Todo este proceso de transformación impactará en los claustros universitarios y, tal vez, en sus representantes. Pero será un debate productivo, justo y en beneficio de los estudiantes y su futuro trabajo. Será tomar lo mejor de la información en tiempo real y no lo peor, como, por ejemplo, el avance del big data sobre la privacidad de las personas. El debate que nos quedará por dar, “como dolor por las libertades que nos falten”, es el de igualar estas desigualdades de acceso a la tecnología que nos quedan. En esta transformación se deberían diseñar políticas públicas e institucionales orientadas a facilitar la accesibilidad a redes y equipos por parte de quienes no puedan alcanzar el mínimo indispensable para ser parte del esquema de formación y trabajo aquí planteado.

En suma, las universidades con sede en la provincia de Buenos Aires son una herramienta que debe ponerse a disposición del Estado para abordar y trabajar articuladamente las crisis económicas, de igual modo que las situaciones sociales, sanitarias, educativas y culturales, y contribuir así al desarrollo territorial.

En el futuro vamos a decir que una Universidad cumple su función no solo cuando tiene más presupuesto (para mejorar la enseñanza y aumentar la matricula), mejora la relación docente-alumno, baja la deserción y el desgranamiento, gana en superficie, inaugura laboratorios oconsigue nuevas patentes o prototipos aplicables. Lo será cuando estos indicadores se completen con una gestión que pueda demostrar que tiene pertinencia en su relacionamiento con el territorio y pueda presentar un abordaje de sus carreras con el modelo de desarrollo local y regional; cuando pueda vincular la mayor cantidad de actividades presenciales a la virtualidad y, aún más, cuando pueda lograr que sus egresados consigan empleo en sus ciudades de origen, aunque trabajen en otros países, y dejen conocimientos en su localidad; también cuando puedan crear emprendimientos exitosos y hasta yacimientos de empleos para compañeros de estudio; y, por sobre todas las cosas, cuando sean capaces de reinventarse o adaptarse a los cambios cada vez más frecuentes y más inesperados. .

Notas

[1] S. Boisier, A. Vázquez Barquero, F. Alburquerque, J. Borja, M. Castells, G. Garofoli, F. Quetglas, O. Madoeri, M. Cavarossi, entre otros.

[2] Como las universidades estaduales en Brasil, por citar un ejemplo latinoamericano similar.

[3] En el caso de la provincia de Buenos Aires, pueden mencionarse: Contaduría General, Tribunal de Cuentas, Asesoría de Gobierno, Fiscalía, etcétera.

[4] Es decir que las universidades provinciales debemos desarrollar una oferta académica nueva e innovadora, abandonando las carreras clásicas que ya son ofrecidas por otras instituciones de educación superior a nivel nacional.

[5] Universidad Nacional Arturo Jauretche, Universidad Nacional de Avellaneda, Universidad Nacional de General San Martín, Universidad Nacional de General Sarmiento, Universidad Nacional de Hurlingham, Universidad Nacional de José Clemente Paz, Universidad Nacional de La Matanza, Universidad Nacional de Lanús, Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Universidad Nacional de Moreno, Universidad Nacional de Quilmes, Universidad Nacional.


 

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